¿Qué se hace cuando extrañar convierte a cada segundo en una interminable agonía? Yo quisiera sentirme bien, quisiera poder recordar sólo con sonrisas, pensar y reír. Pero cada vez es más difícil. Encuentro cosas que me hacen pensar en su respiración, en sus consejos, en la forma que me hacia sentir. Es inexplicable el vacío que llevo dentro, que me acompaña a dondequiera que voy.
Y me siento egoísta, porque sé que le debo un recuerdo que no arroje lágrimas. Estos últimos días me estuve sintiendo extraña, como apagada. No creía encontrar la explicación hasta que me puse a analizar mis sentimientos con más detenimiento. Y es horrible lo que duele extrañar. Es cansador sentir un agujero en el pecho que tiende a dejarme sin aire, es terrible porque no se quiere ir.
Hace tan sólo unos días empece terapia, un poco porque se que merezco sentirme bien y otro poco porque quiero que los demás puedan verme así también. Y mencioné lo mucho que me duele que ya no estés, no poder abrazarte ni sentirte tan cerca como antes. La falta que me haces. Siento que no tengo canciones que pueda cantar, ni palabras que pueda escribir, quisiera gritar y llorar hasta no tener más fuerzas. ¿Será esa la forma que me ayudará a descargar toda la angustia contenida? Ya ni siquiera lloro, es como que quedé congelada en el tiempo. Siempre el viento fresco me hace sentir un poco mejor, pero realmente no es suficiente. Y ya no sé cuánto necesitaré para mejorar.
Necesito verte, tocarte, saber con certeza que estas acá, que no me dejaste sola para siempre. Necesito mirarte a los ojos, "faros de la isla de la esperanza" y que me transmitas la calidez a la que me acostumbraste, que me hagas sentir en casa. Hay muchas cosas que desconozco, pero lo único que en este momento sé es que nada me va a devolver tu presencia, por mucho que la necesite. Yo creí tener todas las recetas, dudé de que la vida me pudiera encontrar desprevenida y darme un saque, pero la verdad es que lo consiguió. Sé que no puedo seguir así, que me voy a enfermar y no es lo que te gustaría tampoco, pero me siento perdida. No hay nada que me digan que pueda hacer que me sienta mejor, por lo menos por ahora. Estoy aprendiendo a pensarte sin que los ojos se me llenen de lágrimas, a verte en todas partes y a agradecerte en voz alta cada cosa buena que me pasa. Espero no estar volviéndome loca, porque creo en una fuerza mucho más poderosa que cualquier cosa, cualquier Dios. Creo en vos y es muchísimo decir. Sos lo último que se me pasa por la mente antes de dormir y lo primero cuando despierto, muchas veces sintiendo que estuviste dando vueltas por la noche. Se acercan los seis meses desde que no pude verte más, desde que tuve que conformarme con sentirte cada vez que el aire entra por la ventana, en cada atardecer y en cada latir de un corazón.
No podría extrañarte más, y te juro que aunque lo intento, tampoco me sale extrañarte menos. Creo en tu risa y en que me vas a ayudar a salir de esta. Creo en lo que fuiste, en lo que sos y en lo que vas a significar para mi hasta que ya no esté y nos hayamos encontrado de nuevo. Creo en vos.