domingo, 5 de febrero de 2012
Me duele.
Lo escuché y mis oídos se taparon. Sentí que por un momento, todo desaparecía. No quiero estar acá, me quiero ir. Necesito correr, necesito gritar, necesito llorar. ¿POR QUÉ NO PUEDO LLORAR? Me duele. Me duele mucho. Quiero salir. Quiero alejarme. Quiero llegar. ¿Cómo hago para salir de acá ahora? ¿Por qué me hacen esto? No escucho. No quiero saber. No quiero escuchar. No voy a saber nada más. No quiero. No lo quería creer. Hasta que me di cuenta que todo lo que se estaba moviendo a mi alrededor, estaba mucho más avanzado de lo que yo creía. Me di cuenta que las caretas estaban caídas, me di cuenta cómo un par de sonrisas falsas me hacían creer que iban a aparecer en tan sólo segundos. Y no fue así. Agua. No quiero salir más. Me quiero quedar para siempre en el fondo. No puedo respirar. No puedo. Salgo. Lo veo. Aparece con su sonrisa a cuestas. "¿No me vas a venir a abrazar? Corro. Es mi mejor amigo. "Te quiero, te extrañé." Y atrás del muchacho de la sonrisa venía ella. Ella que ha sabido hacerme feliz, y que tanto me estaba matando en ese momento. Y no había nadie más. Agua. No salgo nunca más, se van todos a la puta que los parió. ¿Para qué quiere uno amigos? "Salí, te vas a enfermar." Já, como si importara. "No quiero." El frío termina ganando. Aparecen. No miro. No quiero saber. "Saludalo." Miro. Me sonríe. Lo abrazo. "Está todo bien, podés hacer lo que quieras." Al oído obviamente. "¿De verdad?" Puñalada. "De verdad amigo, te amo." Frío. Escalofríos. El rechinar de los dientes. Balcón. Miro al cielo. Me duele. Me siento traicionada. Me duele más. ¿Cómo hago para salir de acá? "Perdoname." Miro a mi amiga. "Está todo bien, no me lo hagas nunca más." Se va, aliviada. Cielo. Las lágrimas que quieren brotar. Y viene ella. "No llores." Como si fuese tan fácil... "No lloro, ¿te acordás?" Se va. Viene otra amiga. "¿Qué pasa?" Las lágrimas no se aguantaron un minuto más. "Hoy es tres, y cada vez que es tres, me duele." Me abraza. Le lloro. Tiemblo. Sigo llorando. "¿Me lo mandás?" Viene. "¿Qué pasa hermosa?" Lo miro. Lloro. Se sienta. Me abraza. "Me duele, lo extraño, me duele mucho." Me abraza más fuerte. "No quiero verte así, vos sabés que es mejor así." Lloro más fuerte. "Gracias, de verdad." Se ríe un poquito. "No me agradezcas, ni se te ocurra, para eso estoy yo." Me aferro a sus manos que supieron traer algo de tranquilidad. Y pido por ella. Viene. Se sienta. Me toca. No dice nada. Porque de nuevo no escucho nada. De nuevo estoy llorando. De nuevo no puedo respirar. Me abraza. NO PUEDO. NO PUEDO MÁS. Me sueno los mocos. "Andá ahora, porque no vas a tener otra oportunidad." Se va. Y cuando su sombra desaparece. El llanto sólo empeora. Me acaban de tirar el corazón por el balcón. Se cayó. Se rompió quién sabe en cuántas partes. Tengo frío. Tirito. Tiemblo. Me vienen a buscar. Cambio de ropa. Observo el panorama. Sólo duele más, pero sonrío. "Ya está." Canto. Canto por lo que duele, por lo que no. Vuelvo. Como cuatro bebés en el suelo. Me duele. No quiero ver más. Me voy. Desaparezco. Me llaman, no contesto. Me quiero dormir para siempre. No quiero aparecer más. Porque me duele. Me duele sentirme así. Me duele no poder controlarlo. Me duele que no importe. Me duele no haber gritado para que importara. Me duele y no me deja de doler. Me voy. Distante. Sintiendo el silencio incómodo. "¿Valió la pena por lo menos?" Asiente con la cabeza. Y lo que quedaba de mi desaparece. Se va. No quiere volver. Me duele. Me destruye. Basta para mi, basta para todos. Porque, simplemente, me duele.
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