¿Y si nuestra única salida fuese rendirnos? Si yo te mirara a los ojos y te lo pidiera. ¿Lo harías? No hablo de una rendición física, no, es algo mucho más grande que eso. Más grande que nosotros dos. Más grande que el amor que podamos tenernos. Cuando hablo de rendirse, de dejar que todo siga su rumbo, me refiero a dejar que el tren pase. Digo que a veces el amor no es lo que alcanza, aunque por momentos sobre. Si no hubiera otra opción, si no quedaran más páginas para dar vuelta... ¿Te rendirías? ¿Tendrías el valor de hacerlo?
Solemos creer que lo más difícil es enfrentarnos a aquellas cosas que requieren mucho esfuerzo de nuestra parte. Digamos, conseguir la fuerza necesaria para llevar adelante todas estas situaciones. Pero yo creo que rendirse es más difícil. Darse cuenta que no hay más vuelta que darle, que ya no queda más nada, que tal o cual cosa nos ganó. Esa es la parte difícil. Un héroe sabe cuándo tirar la toalla. La rendición no es una muestra de cobardía, todo lo contrario. Insistir con algo que no puede ser, que ya está, eso es cobardía. No poder enfrentar eso que es más grande que nosotros. El orgullo. Y a mi se me hace muy difícil.
Porque cuando te miro, cada vez que tus ojos se encuentran por casualidad con los míos, me dan ganas de vagar por cualquier parte del espacio, de luchar con todas mis fuerzas para tenerte un minuto más conmigo. Y no tarda en llegar la realidad. Que me golpea, tan fuerte como puede, y así me hace entender que esto es imposible. Que por más que yo le de vueltas, sigue estando fuera de mi alcance.
Y no es que no estemos hechos el uno para el otro, es totalmente lo contrario. Yo creo, fuertemente, que fuimos hechos así a propósito. Pero yo lo sé, yo lo supe desde el primer momento en que te vi, cuando la chispa de la curiosidad se despertó adentro mío. Y me dieron ganas de quererte, como no creo haber querido antes. No por la intensidad, sino por la madurez. Y no puedo evitar pensar lo hermoso que sería que lo mismo viniera de tu parte. Pero no sucede. Simplemente no llega ni llegará.
Lamentablemente, me acostumbré a controlarlo todo. Siempre me gustó creer que nada iba a poder conmigo, básicamente que yo podía decidir sobre todo lo que me rodeaba. Y me fui dando cuenta que no pude haber estado más equivocada, sobre todo en este último tiempo. Porque yo me puedo enojar, puedo decepcionarme, puedo querer matar a la mitad de la gente que vive en la tierra, pero la peor decepción es conmigo misma. Es por eso que a veces me lleva un tiempo entender y darme cuenta que la verdad estuvo siempre adelante mio. Y con esto quiero decir: ¿cuándo pensé yo que esto iba a ser diferente? ¿Cuándo tuve el atrevimiento de creer que iba a cambiarte?
Me gusta creer que el problema no soy yo, que sos un enamorado de la vida. Que lo que nos separa no es más que una carcasa que te recubre. Pero no creo llegar a entenderlo alguna vez. Ni siquiera aunque me lo digas. Pero tengo que hacerme a la idea. Yo creí que era un comienzo de cero, un borrón y cuenta nueva. Que dejaba atrás todo mi lado gris para llenarlo finalmente de color. Creí que lo que veía adelante mío no era más que un mundo de posibilidades. Y no importó, la aventura en la que me estaba embarcando fue lo de menos, seguí siendo yo. No me abandoné. Me concentré en el nuevo comienzo. Era mi hora.
Pero.. ¿cuán diferente podía ser? Al fin y al cabo, es lo que todo el mundo quiere, ¿no? Borrón y cuenta nueva. Un volver a empezar. ¡Como si fuera tan fácil! Y ahora lo que necesito es todavía más difícil. Creí que el empuje me lo dabas vos. El amor por vos. Pero, ¿de qué sirve? Es triste pero cierto, ¿de qué sirve amarte así? Y si no quemara, si no viniera desde adentro, si no empujara con todas sus fuerzas intentando salir, no lo diría, no sería capaz de escribirlo. Y tal vez son las ganas, esas irrefrenables ganas de que me mires con los mismos ojos con los que te miro. Que me sonrías con el mismo amor. Y será que me tengo que rendir, será que ya perdí y lo que me queda es lo más complicado de todo. Aceptarlo.
Ojalá tuviera las ganas. Pero tengo que dejar de autodestruirme, me paso la vida escribiendo sobre lo que la mejor salida es y no lo aplico a mi vida. Tengo que hacerme caso. Tengo que convencerme. Tengo que.. pero nada es fácil cuando se trata de empezar de nuevo. Nada en absoluto. Pero esto no es algo de a dos, nunca logré que así fuera.
Será que la única salida es...
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