martes, 18 de agosto de 2009
Me quema.
Me quema, esto que siento me está quemando. No puedo pararlo, no encuentro el matafuegos, me quedo sin aire, hay mucho humo, no sé dónde está la salida. Me quema tu mirada, pero no puedo sacar mis ojos de los tuyos. No puedo dejar de mirarte pero empiezo a marearme, se me cierran los ojos, pero lucho, lucho contra el cansancio para seguir mirandote, por un segundo más. Empiezo a delirar, veo borroso, todo cambia de color, parece un caleidoscopio. ¿Qué hago? Me tenés atrapada, con esos ojos oscuros que no puedo dejar, que no me dejan olvidarte, que te hacen tan necesario para mi existencia. Empiezo a llorar, me arden los ojos, pero no soy capaz de cerrarlos, no puedo correr, alejarme de esto que me está quemando, que me hace mal. Quiero gritar, gritarte a vos, GRITARTE QUE TE AMO COMO NUNCA AMÉ A NADIE, pero no puedo, la voz no sale. Desvío la mirada, me mareo más, estoy a punto de caerme al piso, vuelvo a mirar tus hermosos ojos, mejora mi estado físico. De alguna manera empezás a lograr que me mejore, cambiás la expresión de tu cara, de asombro a una sonrisa francamente espectacular. Parece ser un espejismo, tengo los ojos tan borrosos de las lágrimas que confundo las imágenes, en realidad no es una sonrisa, estás enojado, me mirás muy mal. ¿Qué me dijiste? ¿Chau? ¿Para siempre? No puedo creer lo que estoy escuchando, ahora sí que no puedo respirar, se me cierran los ojos y caigo al piso, que está completamente en llamas y me estoy quemando.
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