martes, 8 de mayo de 2012

Quedate conmigo.

Siempre creí que nunca me iba a sentir vieja hasta no ver a mi hermana terminar la secundaria. Pero el momento me llegó mucho antes. Y bueno, hoy es mi día. Mi bebita cumple quince. La que siempre quiso que yo le recordara cuánto la quiero, la que de cada tres palabras, dos son para contarme lo pelotuda que soy. Alguien con quien aprendí a compartir de todo. Desde la música, las series, hasta los problemas más grandes y más escondidos dentro de mi. Porque cuando hablo con vos, no importa de qué, siento como si estuviera tirada boca arriba en un lugar increíblemente cómodo, como si no necesitara nada más para poder hablar. Y además de la puteada, siempre tenés palabras muy justas, a pesar de tu corta edad. Y es raro mirar atrás. Intentar recordar el día en el que me regalaste tu primera sonrisa. De hecho, no puedo acordarme cómo fue que empezamos a hablar. Pero lo que sí sé, es que me pasaron muchísimas cosas desde que nos conocimos. Desde el minuto cero, empezaron mis momentos poco gratos. Todas mis crisis, mis locuras. Y nunca me dejaste caer. Cuando yo ya no quería hablar, vos me obligaste a hacerlo (de una forma muy poco amorosa si tengo que describirla) pero que me hizo atajarme a tiempo. Hiciste que sacara lo mejor de mi. Todo lo que tenía escondido. Me hiciste cantar las cosas desde lo más profundo de mi alma. Me ayudaste a escribirlo, me pediste que lo gritara. Y lo más importante, con tus formas raras de demostrar amor, siempre me hiciste sentir lo mucho que me querés. Y lo mucho que creés en mi. Me viste equivocarme una y mil veces, pero me dejaste pegarme todos los palos sola, para poder estar ahí cuando volviera con la frente golpeada. Me gritaste: ABRÍ LOS OJOS GUILLERMINA, NO SEAS PELOTUDA. ¡Y sí que lo hice! Tenés una fuerza, chiquita, que no te das una idea lo que es. Y mirá, yo te voy a contar algo muy raro pero acertado que yo pienso. Yo creo, fuertemente, que hay personas que son distintas. No de una forma mala, al contrario. Yo creo que hay gente que puede ver más allá. Como si tuvieran ojos para lo que no se puede ver. Una capacidad de percibir las cosas innata. Me creo alguien así y sé que vos lo sos también. Y sabés llegar y así como lo hacés, sabés irte también. Y sería medio cursi decirte todo lo que sé que podés hacer, porque me gusta la posibilidad de que puedas irlo descubriendo sola. Ahora empieza la mejor parte de la vida mi querida, hoy empezás a vivir de verdad. Subís la escalera que sólo te lleva para arriba, y que nunca, jamás, se termina. Pero tené cuidado, de a un escalón por vez, no vaya a ser que te tropieces y te tenga que agarrar. Aunque siempre, absolutamente siempre que lo necesites, voy a estar lista para saltar a tu rescate. Sos única, nunca te vayas a olvidar de eso ni por un segundo. Cuando te digan que no podés, demostráles que sos capaz de eso y de muchísimo más. Gritá que sos diferente. Contale a todo el mundo lo que sos y lo que podés llegar a ser. Que se escuche, que se enteren. Y por sobre todo, que no te pasen por arriba. Sos alguien a quien vale la pena escuchar. Y sobre todo, alguien a quien vale la pena tener cerca. Quedate conmigo. Gracias por esta amistad fuera de serie, para la que tengo algunas palabras porque esto es lo que hago, pero que, de verdad, no puede describir ni una décima parte de lo que me hace sentir. Gracias por creer en mi, por acompañarme. Y por obligarme a entender que me querés no importa qué. Feliz cumpleaños Lu. Te amo.

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