viernes, 11 de junio de 2010

Un sentimiento.

No tenía ganas, no quería saber nada con ir a un Modelo de Naciones Unidas en junio. Era demasiado temprano como para que yo quisiera ponerme a investigar y a estudiar, mucho menos hacer discursos. Decidimos que Palestina merecía ser representada una última vez. Pero como era de esperarse, me negué a trabajar, hasta último momento no supe los temas ni tenía discursos. En una semana leí y escribí (encima de más porque se necesitaban menos discursos). La noche previa no pude pegar un ojo, y dormí muy poco tiempo. Me desperté y no tenía ganas, el frío era mucho y me tiraba más quedarme durmiendo que levantarme para tener que salir. Pero lo hice, gracias a dios que lo hice, me cambié y me fui a encontrarme con mis compañeros de delegación, ese día iba a empezar otra manifestación de mi locura.
Para empezar, rezamos (como musulmanes), al terminar no sentía los dedos de lo frío que estaba el piso. Nos deseamos suerte y cada uno a su comisión, ¡cuántos nervios! No quería hablar y mucho menos responder interpelaciones, hasta que habló él. El "flaquito ese que si le pego una piña vuela por el aire", mejor conocido como el delegado de Israel, que a la tercera palabra, se puso a putear Palestina, MI hermosa Palestina. Hecha una furia quise contestarle pero Presidencia no me dio la oportunidad. Me fui más que enojada al almuerzo, por no haber podido defender a mi gente, a mi pueblo encerrado, a mi Palestina. A la vuelta todo mejoró. Y el día siguiente fue sumamente increíble. Al terminar el segundo día, tuve una discusión más que acalorada con dos delegados, que pensaban MUY opuestamente a mi, pero yo estaba hablando de mi gente oprimida, esclavizada, separada y humillada, encerrada por un muro y un bloqueo ilegales, injustos y sumamente criticables.
El tercer día no terminó mucho mejor, la discusión se extendió, casi hubo llantos y golpes, pero yo lo necesitaba, tenía que decir y defender lo que pienso. Lo haría una y mil veces más.
Es increíble poder sentir como propio el sufrimiento de otros, sentir la injusticia a flor de piel, pelear con uñas y dientes por la liberación de un pueblo entero, creer en una causa y sentirla, verdaderamente sentirla.
Aunque todos piensen que lo mio es sólo una locura pasajera, que me "comí" el papel de las Naciones Unidas, no es así. Mientras tenga vida voy a tomar la causa Palestina como propia y voy a pelear por ellos, para que el "Estado genocida, asesino, terrorista de Israel" devuelva los territorios ocupados, deje de matar y libere a la población. ¿Por qué? Porque así lo siento, así tengo mi corazón, rojo, verde, negro y blanco, como la bandera Palestina, que es un sentimiento.
Inshallah Filistín hurra! ¡Viva Palestina libre! ¡Viva!