martes, 14 de febrero de 2012

Entre posibilidad y fantasía.

Y bueno, se volvió a presentar la necesidad de aparecer. De darme una vuelta, de juntar algunas palabras para que logren tener sentido. Y como no podía ser de otra manera, los enamorados me traen por acá. Que más que enamorados me gustaría llamarlos exhibicionistas. Esos que quieren que todo el mundo se entere que están con alguien. Porque se sienten tan sólos, tan inseguros, que lo único que esperan es que uno no se de cuenta. Pero, ¿saben qué? No funciona. Y me imagino que da resentida porque claramente no tengo un amor para compartir esta fiesta comercial, que no tengo quien me haga engordar de chocolate, ni quien me haga transpirar almíbar. Pero por un lado, está bueno, porque yo soy vampire style y por ende, no soy muy amante de lo que es la ternura, no es algo que vaya conmigo en lo absoluto. Pero no creo que todo sea malo, el hecho de que no considere que los "enamorados" sean tan genuinos como dicen ser no significa que no crea en el amor. ¡Porque, claro que existe! Por supuesto que está, rodeándonos, aunque no podamos verlo y tan sólo podamos confundirlo. Y es difícil describirlo, sobre todo por el hecho de que no estoy segura de haber estado ahí verdaderamente. Y por mucho que lo niegue, por mucho que lo quiera olvidar, es verdad que al final, lo único que queremos es estar cerca de alguien. Aunque yo lo lleve como bandera, tengo que admitir que esto de mantener la distancia y fingir que no nos importan los demás muchas veces es una simple mentira. Y el amor es parte de eso. Porque, nosotros elegimos al lado de quién queremos estar, y nos acercamos. El problema es que una vez que elegimos a esas personas, tendemos a quedarnos cerca de ellas sin importar lo que las lastimemos. Y se crean conflictos. Aparecen los llantos. Viene la tristeza que se lleva todas tus ganas. Te ataca, no te deja ser. Y cuando lo sentís, le echás la culpa al amor. Porque acostumbramos a creer que cuanto más sufrimos, más amamos. Pero eso no es amor. El amor, si lleva consigo al sufrimiento, no existe. Y se presentan las pruebas para comprobarlo. Es el momento de darse cuenta si lo que se siente es amor. Porque las personas que elegiste, no siempre están con vos, aunque aquellas que están con vos a pesar de todo, son las que vale la pena mantener. Y a veces estar cerca puede implicar estar demasiado cerca. Y personalmente, detesto que me estén encima, aunque muchas veces no puedo evitar hacerlo. Y por mucho que nos quejemos, sabemos que es eso lo que necesitamos. Ese amor aunque sea de más. Porque a veces, la invasión del espacio personal puede ser exactamente lo que necesitás. Por mucho que me mentalice, por mucho que repita una y otra vez que soy una roca, que soy una isla, por mucho que me guste pensar que soy independiente, solitaria, inconformista, la verdad es que ni con lo mejor de mi misma, puedo hacer las cosas sola. Porque es un hecho que, la vida es un deporte de equipo. Es prácticamente imposible transitarla solos. Y llega un punto en el que te tenés que levantar del banco y decidir de qué equipo estás jugando. Si sos de los que miran o si sos de los que hacen. Y elegir equipo no es tan simple como en la clase de gimnasia, porque en la vida real, ser el primer elegido puede ser terrorífico y tal vez, ser el último no es lo peor del mundo. Por eso no desespero. Por eso hoy elijo esperar. Elijo dejar que todo se mueva hasta que logre sorprenderme de una vez. Estoy cansada de buscar eso que creo que no existe. Estoy harta de sentir que sólo necesito más. Así que miro desde afuera, aferrada a mi aislamiento lo más que puedo. Porque sé que en cuanto deje el banco de suplentes, llegará alguien y cambiará el juego por completo. Feliz día de San Valentín a los enamorados de la vida. A esos que, como yo, detestan el amor en el día de los enamorados. Aquellos que tienen los pies en la tierra y se dan cuenta que no hay palabras inventadas que puedan describir al amor. Esos que saben que el significado de este día va más allá de regalos costosos. Que el amor se hace todos los días. Que nada es para siempre a menos que lo hagamos durar. A todos aquellos que aún siendo soñadores saben diferenciar entre "posibilidad" y "fantasía". A todos ellos, muy feliz día.

martes, 7 de febrero de 2012

El juego.

Soy una de esas personas a las que le encanta hablar, cualquiera que me conoce un poco puede dar fe de eso. Y, no sólo me gusta hablar, es justo que diga que cuando lo hago, tengo motivos y fundamentos. Ayer tuve una de esas noches interesantes en las que siento que nada está en su lugar, al contrario, que nada podría estar peor. Pero, sólo por unos minutos, logré tener todo acomodado como me gustaría. Y me di cuenta que necesito desesperadamente que todo se acomode en su lugar. Pero sería muy egoísta pedirlo, no me lo permitiría a mi misma porque no soy así, soy mucho mejor y tengo mucho más para dar. Me di cuenta, también, que estoy creciendo. Que estoy aprendiendo a descubrirme, pero lo único que me falta, y que es totalmente importante es, la capacidad de poder hacer planes a corto plazo. Porque siempre estoy pensando para mucho tiempo después, y es una realidad que tengo que resolver lo que voy a hacer de acá a un año y no a tres o cuatro. Y mientras por un lado estaba en esa crisis indescriptible y en esa búsqueda exhaustiva de lo que quiero hacer, me encontré a mi misma hablando de la vida con una de las personas que más aprendí a querer en el último tiempo. Un muchacho que logra sacar lo mejor de mi. Mi alma gemela literaria, si es que existe algo así, como nos denominó él. Y bueno, cuando se habla de la vida, no se puede evitar tocar el tema "destino", si es verdad que todo está escrito o si somos capaces de escribirlo todos los días. Y qué puedo decir? De una forma clara, descubrí que esto es un juego. El juego de la vida. Que no sólo estamos acá por algo, sino que también estamos acá por nosotros. Personalmente, creo que no hay nada que esté escrito, salvo el final. El inevitable final. Mi alma gemela pirata me dijo algo así como que, si uno se poner a pensar, casi nunca nuestra vida depende de nosotros, o sea que, básicamente estamos en las manos de todos los extraños que nos rodean. Y tiene razón. Porque como dije, la vida es un juego, se mueve, gira, la vida pasa. Y está en nosotros si queremos jugar o no. Está en nosotros decidir qué cartas jugar, qué ficha mover, y sobre todo, elegir si queremos participar. Pero, lo único que no depende de nosotros, es cuándo se termina. Porque en algún momento algo o alguien va a decidir por nosotros, porque ya está decidido. El final está escrito y lo único que podemos hacer es moldear y elegir lo que haremos hasta que ese día llegue. Y eso me deja tranquila, eso me permite salir a la calle sin miedo todos los días. Porque cuando tenga que ser, será. Todo pasa por algo, y porque nosotros elegimos que pase. Te atrevés a jugar el juego? O mejor dicho, te animás a intentar detenerlo? Porque si te bajás, si te guardás tus cartas, si decidís que no querés jugar, todo acabará. Y habrás abandonado, te habrás dado por vencido y por ende, habrás perdido. Por no haberte animado a levantar la cabeza y jugar el juego.

domingo, 5 de febrero de 2012

Me duele.

Lo escuché y mis oídos se taparon. Sentí que por un momento, todo desaparecía. No quiero estar acá, me quiero ir. Necesito correr, necesito gritar, necesito llorar. ¿POR QUÉ NO PUEDO LLORAR? Me duele. Me duele mucho. Quiero salir. Quiero alejarme. Quiero llegar. ¿Cómo hago para salir de acá ahora? ¿Por qué me hacen esto? No escucho. No quiero saber. No quiero escuchar. No voy a saber nada más. No quiero. No lo quería creer. Hasta que me di cuenta que todo lo que se estaba moviendo a mi alrededor, estaba mucho más avanzado de lo que yo creía. Me di cuenta que las caretas estaban caídas, me di cuenta cómo un par de sonrisas falsas me hacían creer que iban a aparecer en tan sólo segundos. Y no fue así. Agua. No quiero salir más. Me quiero quedar para siempre en el fondo. No puedo respirar. No puedo. Salgo. Lo veo. Aparece con su sonrisa a cuestas. "¿No me vas a venir a abrazar? Corro. Es mi mejor amigo. "Te quiero, te extrañé." Y atrás del muchacho de la sonrisa venía ella. Ella que ha sabido hacerme feliz, y que tanto me estaba matando en ese momento. Y no había nadie más. Agua. No salgo nunca más, se van todos a la puta que los parió. ¿Para qué quiere uno amigos? "Salí, te vas a enfermar." Já, como si importara. "No quiero." El frío termina ganando. Aparecen. No miro. No quiero saber. "Saludalo." Miro. Me sonríe. Lo abrazo. "Está todo bien, podés hacer lo que quieras." Al oído obviamente. "¿De verdad?" Puñalada. "De verdad amigo, te amo." Frío. Escalofríos. El rechinar de los dientes. Balcón. Miro al cielo. Me duele. Me siento traicionada. Me duele más. ¿Cómo hago para salir de acá? "Perdoname." Miro a mi amiga. "Está todo bien, no me lo hagas nunca más." Se va, aliviada. Cielo. Las lágrimas que quieren brotar. Y viene ella. "No llores." Como si fuese tan fácil... "No lloro, ¿te acordás?" Se va. Viene otra amiga. "¿Qué pasa?" Las lágrimas no se aguantaron un minuto más. "Hoy es tres, y cada vez que es tres, me duele." Me abraza. Le lloro. Tiemblo. Sigo llorando. "¿Me lo mandás?" Viene. "¿Qué pasa hermosa?" Lo miro. Lloro. Se sienta. Me abraza. "Me duele, lo extraño, me duele mucho." Me abraza más fuerte. "No quiero verte así, vos sabés que es mejor así." Lloro más fuerte. "Gracias, de verdad." Se ríe un poquito. "No me agradezcas, ni se te ocurra, para eso estoy yo." Me aferro a sus manos que supieron traer algo de tranquilidad. Y pido por ella. Viene. Se sienta. Me toca. No dice nada. Porque de nuevo no escucho nada. De nuevo estoy llorando. De nuevo no puedo respirar. Me abraza. NO PUEDO. NO PUEDO MÁS. Me sueno los mocos. "Andá ahora, porque no vas a tener otra oportunidad." Se va. Y cuando su sombra desaparece. El llanto sólo empeora. Me acaban de tirar el corazón por el balcón. Se cayó. Se rompió quién sabe en cuántas partes. Tengo frío. Tirito. Tiemblo. Me vienen a buscar. Cambio de ropa. Observo el panorama. Sólo duele más, pero sonrío. "Ya está." Canto. Canto por lo que duele, por lo que no. Vuelvo. Como cuatro bebés en el suelo. Me duele. No quiero ver más. Me voy. Desaparezco. Me llaman, no contesto. Me quiero dormir para siempre. No quiero aparecer más. Porque me duele. Me duele sentirme así. Me duele no poder controlarlo. Me duele que no importe. Me duele no haber gritado para que importara. Me duele y no me deja de doler. Me voy. Distante. Sintiendo el silencio incómodo. "¿Valió la pena por lo menos?" Asiente con la cabeza. Y lo que quedaba de mi desaparece. Se va. No quiere volver. Me duele. Me destruye. Basta para mi, basta para todos. Porque, simplemente, me duele.