domingo, 29 de agosto de 2010

Miedo.

Bajá un poquito y dale play al costado y después seguí leyendo. Creo que va a ser la entrada más informal desde que tengo el blog. La voy a dirigir directo a vos, porque.. ¿para qué generalizar si las dos sabemos que es para vos? El miedo, que cosa fea, el miedo te hace perder la cordura, sólo te asusta y te evita pensar con claridad y mirá quién te lo dice, ¿te imaginarás a lo que me refiero? Yo soy de esas personas que se dejan comer y manejar por el miedo, alguien que cuando se asusta, sólo cree que todo va a empeorar y en algunos casos, pienso que me voy a morir, pero ambas sabemos mi amor, que vos no sos así. Como dice la canción de Casi Ángeles, yo dejé de lado muchas cosas que quería hacer por el miedo, a las consecuencias, me quedé siempre con las ilusiones. Pero vos me sacaste el miedo, los miedos, menos el miedo a perderte, y esta última semana, me despertaba y me iba a dormir asustada, porque a cada segundo te sentía más lejos, y con la impotencia de no saber qué hacer para mantenerte al lado mio. Pero como es costumbre para mi, pienso que, si estuviésemos siempre bien sería aburrido ¿no? El miedo no sirve para nada en este momento preciosa, sobre todo, sabiendo que va a salir todo bien. Es un trámite, no hay por qué estar preocupada, yo voy a estar antes y voy a estar cuando salgas también, para decirte todo lo que te quiero y un "¿Viste tarada que no pasaba nada?! ¡Yo te dije!" No hay nada que yo pueda decirte que te haga despreocuparte, ambas lo sabemos, pero tenía que decirtelo, aunque sea por mis vagas ilusiones de intentar hacerte mejor y de devolver un poco de todo lo que (inconscientemente y con cuentagotas) me das todos los días. Te amo me queda corto, te amo muchísimo también, te amo hasta la locura, sacá los fantasmas del miedo que no sirven para nada, te veo mañana, te veo el martes antes y después. Espero que te sirva de algo saber que me tenés donde sea y cuando sea.

jueves, 26 de agosto de 2010

Decime.

amor
celos
banana
mentiras
subjetividad
cielo
homosexual
perro
carita
corazón
celular
cierre
calle
caramelo
locura
audífono
gran
farol
felicidad
micrófono
arroz
cateto
pepino
pelela
azar
plaquetas
cargar
boca
gato
máquina
delirio
carta
negro
peine
malparida
fútbol
pachorra
milanesa
perfume
guantes
música
agua
merienda
palestina
picaflor
mandarina
cama
ídolo
dicotomía
alma
pastillas
colorado
colores
paco
ortomolecular
cama

Necesito que me hagas un favor. Decime una palabra, cualquiera, la primera que se te ocurra. No hay respuestas correctas ni respuestas incorrectas, todas son válidas.
Leiste la consigna y dejaste ir tu mente, cuatro segundos después escupiste una palabra, la escribiste, la mandaste, la dijiste y no sabés por qué. Podés asociarlo con un sentimiento del momento, algo que acabás de ver, una cosa que escuchaste, algo que viste o imaginaste, pero la verdad, no tiene explicación. Algunos piensan en decir algo trascendental, que no suene tonto o vacío, otros (la mayoría debo decir) escribieron lo primero que se les ocurrió, que era la verdadera consigna.
Guille, decime una palabra, la primera que se te venga a la mente, cualquier cosa.
Revolución.
Mi palabra es Revolución.

sábado, 21 de agosto de 2010

Vivir.

"Hace cuatro días que no me aguanto, hace cuatro días que quiero salir de mi cuerpo, hace cuatro días que me siento perdida, hace cuatro días que sólo pienso que la vida se me va y yo no la disfruto, hace cuatro días que me di cuenta que me olvidé de vivir, hace cuatro días que sé que no me río tanto como debería, hace cuatro días que no sé para qué estoy acá, hace cuatro días que no dejo de pensar en los últimos dos años y en lo que me hicieron cambiar (para bien y para mal), hace cuatro días que no sé para dónde mierda arrancar, hace cuatro días que me perdí."
Parece un pensamiento tan lejano, una confesión de hace mucho tiempo atrás, de cuando los peores días de mi vida habían empezado, pero no, de eso no pasó ni una semana. Todo estaba bien, hasta que lentamente las cosas se fueron poniendo raras, pasé de un estado de éxtasis total al vacío ardiente. Era pensar que no terminaba de respirar y ya era parte del pasado, que no estaba haciendo nada para sentirme con los pies en la tierra, no estaba disfrutando la vida. Caminaba porque estaba parada, respiraba para no sentir el dolor, hablaba porque tenía que contestar a quienes me dirigían la palabra, no podía dormir, no podía comer, vivía porque me latía el corazón. Me empecé a desesperar, no entendía ni por qué me sentía así ni sabía cómo solucionarlo. Junté, junté, junté hasta que tuve que explotar. Podemos llamarlo una crisis personal, un intento de encontrarme, y de disfrutar de las cosas que me hacen feliz. Y así, en el medio de una revolución de pensamientos en la que volaban recuerdos, palabras, deseos, escupí una lista. Una lista de cosas que quiero hacer, que necesito hacer para no sentir que el tiempo se me pasa, que la vida se me va y yo sigo en el mismo lugar. Parecen cosas comunes, que nadie tomaría por especiales, cosas cotidianas pero importantes. La felicidad está compuesta de momentos, como diría Freud, la felicidad SON momentos. Y para mi, la felicidad es pasar el tiempo disfrutando de las cosas más simples, como sentir el viento en la cara a la mañana, correr, saltar, gritar, cantar, pintar, tirarse al piso, nadar, pintarse la cara, bailar, reír y seguir riendo hasta que la panza te duela, caminar bajo la lluvia, comer helado, escribir, meterse al mar, caminar por la playa de noche, hacerse milanesa en la arena, hacer castillos de arena que de tanto que los planeás nunca se terminan porque uno se aburre antes, andar descalzo, teñirse el pelo, salir, pasear, confiar secretos, hacer bromas y ser bromeado, sacarse fotos con caras raras, cocinar, mancharse de pintura, rodar por el pasto, manchar la cara de otro con un poco de harina, gritar un gol a último momento, pelear con almohadas, hacer cosquillas y que te las hagan hasta que grites por favor que paren porque ya empieza a doler, mirar las estrellas, viajar, acostarse en el piso a mirar el cielo y pensar, tirarse a la pileta con ropa y después salpicar a los otros, moverse, ir al cine, leer, saltar sobre alguien, abrazar, querer, sentirse querido, sonreír, DESPEINARSE, porque si nos pasamos la vida peinados y no nos soltamos un poco, nos morimos, estamos dentro de una lata y no nos entregamos a disfrutar todas las cosas que nos ofrece la vida. Vivir es disfrutar, es despreocuparse y aprovechar cada instante con la gente que más nos importa, vivir es para cada uno una cosa distinta, vivir para mi es entregarme a la vida, a la revolución de ideas, a despeinarme, a vivir así, como me gusta a mi.

lunes, 16 de agosto de 2010

Siempre va a estar bien.

Se avecinan cosas feas, nada de lo que está pasando parece tener un buen fin. Tengo la sensación de que todo mi paraíso, ese que una vez estuvo nublado y últimamente sólo irradiaba luz va a ser arrasado por un terrible huracán. Tengo miedo. Pero lo manejo por ahora. No quiero perderlas, no quiero que se vayan, pero no puedo hacer nada, no puedo detenerlas si creen que eso es lo mejor. Llegaron a mi vida cuando estaba perdida, cuando no sabía para dónde arrancar, cuando estaba estancada en un pozo del que no podía ni me dejaban salir. Había perdido toda mi capacidad de quejarme, de plantarme, de decir que no, de no dejarme pasar por arriba (aunque hoy en día me cueste hacerme respetar). No tenía ganas de seguir, no encontraba motivos para salir del pozo, no sentía ganas de luchar por mi, por mi vida, por mis sentimientos. Sentía terror al siquiera pensar en querer a alguien, relacionarme, interesarme, me habían lastimado tanto pero tanto que no me sentía capaz de poder volver a confiar jamás. Me empecé a relacionar con esa gente que nunca se había alejado, que aunque yo no le hablara tanto, sabía que estaba ahí (sí amiga, sentite tocada). Me di cuenta de lo que eran las buenas amistades, de esa gente que siempre estuvo y siempre va a estar. Esa que todas las veces que me caí estuvo ahí para levantarme, esa gente que cuando lo necesité, me cagaron a pedos para hacerme reaccionar. Esas personas que NUNCA hubieran dudado en pegarme si lo hubieran creído necesario para verme mejor. Me enseñaron todas las cosas que había olvidado, como diría Arjona, me enseñaron entre otras cosas a vivir, pero se olvidaron de enseñarme qué hago si no están. Se volvieron importantes y volvieron aún más importante a gente que está conmigo prácticamente de toda la vida. Y ahora te voy a hablar directo a vos, alguien con quien las cosas están complicadas y lamentablemente no siento que mejoren, que me duele pensar que le puedo hacer mal, esa persona que SIEMPRE me dijo que estar mal no valía la pena, que yo era mucho más importante que cualquier cosa, que no tenía que preocuparme por cosas sin importancia. Nunca se te ocurra pensar que no sos imprescindible para mi, que no te quiero tanto como respiro, que me olvido de vos, que no te cuento entre los importantes. Lo que pasa es que, todas las cosas están dichas, tantos años de amistad tienen la prueba de que nunca voy a dejarte ir y espero que lo tengas claro. Siempre te voy a llevar en mi y te voy a buscar cuando tenga problemas o cosas buenas para contarte, porque te amo, porque sos mi amiga con todas las letras y porque nunca podría hacerte mal, por lo menos no a propósito. Y si algo te dolió, algo te molestó, te pido perdón, de todo corazón.
Todo cambia, todo se está revolviendo, pero es momento para que demostremos que siempre vamos a poder con todo, con cualquier lluvia, con cualquier tormenta, con cualquier huracán. Pero aunque decidan irse, aunque decidan seguir sin mi, aunque decidan terminar con todo, para mi siempre va a estar bien.

martes, 10 de agosto de 2010

Ataque de pánico.

07:10 A.M. No encuentro las llaves, no puedo salir, estoy encerrada, tengo que ir al colegio, en el piso no están, en mi cuarto tampoco, mamá no las vio, Fabi está durmiendo, ¿ahora qué hago? No llego al colegio, le tengo que llevar la plata a los chicos, la puta madre. Me tengo que ir, ya fue, bajo con las llaves de Fabi, dejo abierta la puerta, subo, dejo las llaves, bajo y me voy. Listo, ahora subo, LA PUTA MADRE, SE CERRÓ LA PUERTA Y YO DEJÉ LAS LLAVES ADENTRO. ¿Por qué no puedo salir? Fabi está durmiendo, no aparece nadie, no voy a llegar, odio llegar tarde, me voy a comer media falta. ¡DALE, ME QUIERO IR! Sigo acá, veo la puerta pero no puedo abrirla, nadie me contesta, se pasa la hora, no baja nadie, ¡QUIERO SALIR! Se acercan las paredes, se achica el espacio, no puedo respirar, necesito salir, LA PUERTA, NO PUEDO ABRIR LA PUERTA, ¿respiro? Necesito que me ayuden, ¿dónde están todos? ¿Por qué nadie me escucha? Me olvido de respirar, mucho aire junto, el aire entra pero no me ayuda, las paredes se siguen acercando. ¡NECESITO SALIR! Calmate Guillermina, ¿te das cuenta lo que estás haciendo? Pará un poco, bajá la velocidad de la respiración, si, así va mejor, muy bien, cada vez mejor. Uh, ya son las 07:25 A.M. no llego ni en pedo pero tengo que ir, los chicos me están esperando, subo, toco timbre, Fabi abrí por favor, eso, eso, las llaves, ya vengo. Estoy bajando, ¿puede el ascensor tardar tanto? ¡UN VECINO! No cierres la puerta por favor, subo, devuelvo las llaves a Fabi, bajo, la puerta está abierta, salí. ¡POR DIOS, QUE LINDO ES EL AIRE DE LA MAÑANA!

miércoles, 4 de agosto de 2010

Esta maldita costumbre.

Quisiera saber por qué tengo esta maldita costumbre. La de enojarme y cinco minutos después, cuando pienso en frío y el enojo se pasa, deprimirme. No sé si confiar, si desconfiar, si reír, si llorar, si lamentarme o disfrutar, no sé por qué estoy acá ni por qué debería dejar de estarlo. ¿Cómo puedo sacarme esta puta costumbre? La de preocuparme más de lo necesario, la de hacerme cargo de los problemas de los otros, la de creerme que puedo resolverle la vida a la gente, la de dejarme para el último lugar, la de priorizar cosas que no son para nada importantes. ¿Cómo me hice de esta condenada costumbre? La de mirar siempre el lado bueno de la gente, dejando los defectos relegados, la de confiar con demasiada facilidad, la de no creer que pueda existir gente que quiera hacer el mal. ¿Qué hago con esta molesta costumbre? La de siempre sentirme menos, la de no creer que le pueda importar a alguien, que alguien pueda quererme como lo merezco, la de siempre creer tener la culpa de todas las cosas malas, la de dejar que mis problemas me consuman. ¿Me puedo sacar esta mala costumbre? La de asustarme y preocuparme cuando las cosas no salen justo y como las esperaba, la de dejarme llevar por lo que la gente dice, la de no poder plantarme y decir "LOCO, ACÁ ESTOY, NO ME VAS A PASAR POR ARRIBA", la de no poder ni gritar ni llorar cuando me duele, la de tener esta maldita costumbre.