domingo, 27 de enero de 2013

Reescribir

A la hora de hablar del fin y el comienzo de las relaciones entre las personas, se acostumbra a abrir un debate entre quienes creen que lo mas difícil es terminar y entre los que creemos que lo más difícil es volver a empezar. Reescribir. Volver a contar una historia, hasta podríamos decir, dar vuelta la página. Lo más complicado de esto, no es el hecho de encontrar alguien a quien querer. Es el hecho de querer encontrar a alguien. Hay quienes nunca logran volver a escribir, y hay muchos otros que simplemente no lo creen posible. Olvidar, ni siquiera eso se necesita, pero dejar atrás, saber dejar atrás es lo único que funciona. Pero el problema es que llevarlo a la práctica se torna casi imposible. Ganas, fuerza, confianza. Todo eso hace falta, como si fuera una fórmula mágica. Y algo de eso hay.
Y eso vengo haciendo, o creo estar haciendo, pero es tan conflictivo como desgarrador. Porque hay un componente que no entra en la ecuación, que salta desde atrás y golpea. La culpa. Esa que aparece y te deja sin palabras, te quita el aliento. O por lo menos eso es lo que me pasa a mi, llevo meses peleando contra la culpa que me quiere carcomer, que quiere hacerme polvo desde adentro. Porque llorar me da culpa, olvidar me da culpa, la idea de dejarlo ir por supuesto me da culpa. Y no se supone que sea así, o eso creería yo. Porque yo sé que él quiere dejar de verme mal, sé que merezco estar bien, pero una fuerza mucho más poderosa que cualquier empuje, cada tanto me tira hacia atrás. Y lloro, me quedo sin aire, me angustio porque me cuesta recordar su voz. Porque ya no puedo verlo reír, porque nunca más lo voy a poder abrazar, porque jamás voy a sentir el latido de su corazón. Y la idea me mata, me destruye, me deja vulnerable y de rodillas. Porque no sé cómo reaccionar, ya las palabras se me acabaron, se me escurrieron las ganas de seguir.
No puedo más, no me quedan fuerzas. Me rindo, y es el primer paso, la primera medida que tomo para reescribir. No lo puedo soltar, todavía no me puedo hacer a la idea, pero hoy empiezo. Quedo rendida, para quien me quiera agarrar y ayudarme a levantar. Estoy vencida pero acá estoy, dispuesta a reescribir.

domingo, 6 de enero de 2013

Sos mi Dios.

"Tengo una canción para mostrarte tal vez cuando vayas. Tengo tu sonrisa en un rincón de mi salvapantallas." Eso dice la canción que suena mientras te pienso, mientras no paras de estar en mi mente.
Es raro, esto que me pasa es sumamente difícil de escribir, es algo que no se explica. No tiene ni nombre ni apellido, solo es. Es flexible, existe, nos define pero es lo que es, y no tiene manera de ser explicado.
Me duele el pecho, grita, suena, hasta cree hablar con estrellas cuando puede, simplemente porque no hay manera de explicar lo que hay adentro. Te extraño como si fuera el primer día y pasaron más de tres meses. Te necesito. Sos único y no estás, ¿cómo se sigue? Vení, volvé.
Me siento novata en esto, pero en realidad es todo lo contrario. Tengo kilómetros recorridos, todos ellos mirando atrás, aunque parezca mentira. Sos mi inspiración, sos mío y te veo en todos lados. ¿Cuán perjudicial puede ser esto? Digo, la situación de amarte y que no estés, que las lágrimas sigan cayendo como el primer día.
El otro día le tuve que preguntar a mi vieja, lo necesité, quise saber si estás bien, qué futuro es el que te depara. Y en las cartas salió tan claro, tan transparente como tu persona misma. Estuviste acá de paso nada más. Te fuiste cuando lo necesitaste, cuando creíste que los que quedábamos íbamos a poder soportarlo. Y es así, acá estamos. Esperando señales pero nada más que eso.
Te amo para siempre.
Sos mi dios.