sábado, 3 de noviembre de 2012

Por tu sonrisa.

Nunca me voy a olvidar la sensación que tuve cuando te vi entrar aquel primer día de secundaria. Desde ese momento supe que eras distinto, no sólo por tu mancha blanca tan particular, sino por esa actitud tan tuya que tenías al caminar. Todo el mundo se daba vuelta para mirarte, por fachero y por ese "noséqué" que siempre tuviste. Y me enseñaste todo, tu forma de vivir, de actuar, hasta tus contestaciones únicas.
Y acá estoy ahora, con un dolor que de tan agudo que es, por momentos no lo puedo sentir. ¿Y qué hago con esto amigo? Ayudame, tirame una soga.
Todavía busco tu cara entre la multitud, esperando ver tu sonrisa sobresalir. Como la primera vez que nos vimos después de que volviste de Estados Unidos, todo dorado de tomar sol ¡y con una gorra que te quedaba horrible! Te extraño, te veo en todos lados. Giro la cabeza y por una milésima de segundo puedo jurar que te veo, entre la gente, mirándome. Y después trato de convencerme de que es sólo una ilusión creada por mi mente y por la necesidad que tengo de que vuelvas. Todo mi cuerpo necesita un abrazo tuyo, una sonrisa y un grito tuyo para que deje de cantar porque te tengo las bolas por el suelo.
Quisiera tener una ventana enorme para verte entrar todos los días, con tu viento, con tu luz. Quisiera que esa sensación que tengo de que estás bien fuera suficiente. Que me alcanzara para dejar de sufrir.
No hay nada que desee más que ser capaz de dejarte ir, como vos merecés. Te juro que todos los días pienso en lo mucho que me gustaría sólo dedicarte las risas y la leve sonrisa que me sale cada vez que el viento me pega en la cara. Pero no puedo, y te pido perdón. Porque todavía no estoy lista para que me deje de doler así.
Y la culpa por momentos me acompaña. Aunque sé que no podría haber hecho nada para cambiar lo que pasó, para poder evitarlo. Pero en todos los momentos pienso que podría haber pasado un minuto más con vos, que podría haberme reído con vos una vez más. Y lo pienso, lo analizo, y tarde o temprano me doy cuenta de que no me alcanzaría la vida para decir que pasé el suficiente tiempo con vos. Porque no hay nada que pueda llenarlo.
Espero que estés paseando por alguna galaxia no tan lejana y que no me estés odiando por ser tan maricona, por tirarme atrás. Perdoname por tan poco, yo te prometo que voy a dar lo mejor de mi. Por vos, por tu sonrisa. Y por cada recuerdo que queda tatuado para siempre en mi memoria.
Hoy tengo el corazón roto, tengo el alma estrujada, pero te recuerdo como lo mejor que tuve. Como un amigo que daba todo sin esperar nada a cambio. Como mi hermano.
Te extraño, te necesito. Te amo.