jueves, 27 de octubre de 2011

Caída libre.

A nadie le gusta perder el control. No hay nada peor que eso. Para mi, es un síntoma de debilidad, de no estar capacitado para lidiar con algo o alguien. De no poder. Aún así y por mucho que pese, hay veces en las que simplemente no podes evitarlo. Es como que te encontrás envuelto en un mar de nada. Donde todo lo que te rodea no te convence. El mundo intenta venderte algo que no querés ni podés creer. Y te supera. Los problemas y las ideas empiezan a pesarte en la cabeza hasta el punto de llevarte a la desesperación, al borde de la locura. Y no ves salida. No parece haber salida. Cuando el mundo deja de girar y te das cuenta que tu nada puede salvarte, creás una carcasa. Un mecanismo de autodefensa para mantenerte separado, totalmente alejado de la realidad que no querés ver, que no te interesa compartir. Pero es difícil. Mantener la cordura, no perder el rumbo. Porque llega un punto, un momento en el que es inevitable querer conectar con el mundo exterior. Llega un punto en el que sos obligado a conectar, a despertar, a escuchar. Y no importa lo duro que luches, caerás. Porque no hay otra salida, no hay otra forma. El mundo, poco a poco, nos va llevando a todos por el mismo camino. Algunos intentamos salirnos. Pocos pueden. Otros, se rinden. Y eso da tanto miedo como el infierno. La posibilidad de perder la esencia que nos hace diferentes. Ese toque mínimo pero indispensable que te ayuda a gritar “ACÁ ESTOY, Y NO ME VAN A CAMBIAR”. Y te consume. Toda esta puja entre lo que queremos y lo que esperan que hagamos, nos consume. Nos va sacando la energía, justo como me siento yo en este momento. Se pierden las ganas de levantarse por las mañanas. Porque no encontrás un propósito. A mi me cuesta, muchas veces siento que pierdo el rumbo. Muchas veces, no entiendo a dónde voy, pero sí sé a dónde quiero ir. Es difícil, pero es una lucha que nunca pienso abandonar. Aunque me encuentre en caída libre. De hecho, en este momento, siento que no paro de caer. Pero la ventaja en la caída libre, es la oportunidad que das a tus amigos de agarrarte. Y a ellos estoy aferrada. Es por ellos que no termino de caer a la tierra y de romperme la cara contra el piso.

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