sábado, 13 de marzo de 2010

Mi salvación.

Todo estaba oscuro. Para donde fuera que mirara, lo único que había era vacío, sombras, oscuridad, negrura. Distraída estaba cuando de la nada todo se iluminó. Yo no sabía, no me di cuenta, no deduje que ESE era el comienzo de mi salvación. Se acercó a mi de forma desinteresada, incluso empezamos a hablar por la bronca que compartíamos hacia una tercera persona. Como por accidente nos caímos bien y sin darnos cuenta, nos hicimos indispensables en la vida de la otra. Experiencias compartidas, consejos, chistes, risas, canciones, críticas, chismes, sonrisas y (algunas) discusiones nos hicieron lo que somos ahora. De a poquito me fui volviendo en una adicta a tu sonrisa. Se volvió imposible para mi decirte que no si sonreías, enojarme, con una sonrisa me hiciste feliz. Y hoy lo seguís haciendo.
No sé si te das una idea de la magnitud de lo que hiciste en mi, que tu mano llegó como un mapa en medio de la selva, como un salvavidas en el agua, como un paracaídas cuando estás cayendo al vacío y tu sonrisa, como una linterna en medio de la oscuridad. Me hiciste darme cuenta de muchas cosas, que no valía la pena que me pusiera mal por gente que no lo merecía, lograste que dejara de sentirme menos. Me hiciste FELIZ, como nadie pudo hacerlo. Gracias por dejar que te ayude, hacerte compañía, hacer que te rías, necesitarme aunque sea un poquito, hacerme sentir especial, amarme así y por dejarme hacerte sentir por lo menos un poco mejor (aunque no sea demasiado ni lo suficiente). Gracias por esa sonrisa, por tus abrazos contenedores. Gracias por respirar, por hacerme sentir excelentemente bien. Gracias por existir, por no dejar que me diera por vencida. Gracias por ser mi salvación. Te amo. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario