martes, 19 de octubre de 2010

Eternidad.

Definime esta palabra: ETERNIDAD. Le doy vueltas en mi cabeza y no puedo encontrar un ejemplo de lo eterno, una definición que le quepa, una comparación, absolutamente nada. Llevo varios días en cama, podría decir que casi en la misma posición, ya me duele la espalda. Y estuve dándole vueltas a esto, al concepto de lo que la puta eternidad representa. Cuando la nombramos, lo hacemos para demostrar que estamos atados a algo. "Siempre, por toda la eternidad". ¿Eso quiere decir que la eternidad nunca se acaba? Cuando hablamos de eternidad o pensamos en ella, en seguida la relacionamos con el amor, aunque a mi me gusta creer, que en realidad no estamos aferrados a nada. Que si queremos irnos, desaparecer de una vez por todas, no hay nada que pueda evitarlo, nada que pueda atarnos a este mundo. Una de las historias de amor más famosas es la de Romeo y Julieta, una historia en la que la eternidad jugó un papel importante, llevando a los enamorados a un final desagradable. A lo mejor Romeo y Julieta estaban destinados a estar juntos, pero sólo por un momento y luego pasó su tiempo. Pero estaban aferrados, el uno al otro, de una forma enfermiza. Si ellos hubieran sabido eso de antemano, a lo mejor todo estaría bien. Si hubieran estado al tanto de que (para mi) lo que los unía era una obsesión, y el deseo de romper las reglas y atarse aunque fuese prohibido capaz no hubieran terminado como lo hicieron. El amor es acerca de decisicones, es acerca de dejar el veneno y la daga y hacer tu propio final feliz. La mayoría de las veces. Aunque, por más que lo intentes, algunas veces, a pesar de todas las mejores decisiones, y todas tus buenas intenciones, el destino gana de todos modos. Y la eternidad, nos termina comiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario