martes, 2 de febrero de 2010

Parece para siempre ¿no?

Cuando duele tanto que ya no sabés qué hacer, que respirar te duele, que moverte duele, que EXISTIR te duele, me encantaría decir que hay una fórmula para poder solucionarlo. Pero lamentablemente no, no hay nada escrito sobre cómo curar ese dolor, que con los segundos, los minutos, las horas, creemos se va agrandando. Simplemente hay que ponerle el pecho a las balas, levantar la cabeza y luchar contra uno mismo. No bajar los brazos es lo más importante, considerando que si uno se da por vencido, nada nunca lo va a poder sacar de ese agujero negro. Es un proceso largo, tedioso, agotador, pero no hay nada que pueda impedirlo, pero si mejorarlo. En esos momentos, lo único que ayuda es reirse, distraerse, estar con amigos, despejar la mente y correr lo que provoca tu dolor del centro de atención. Por experiencia propia, puedo asegurar que aislarse, asegurar que uno no puede, quedarse sentado mirando a la nada, maquinar la cabeza todo el día, son las peores cosas que se pueden llegar a hacer.
Por eso amiga, es que te pido que no bajes los brazos, vos sabés lo fuerte que sos, todo el mundo lo sabe. No te dejes vencer por el dolor que sentís en este momento. Llorá, gritá, pataleá, pero no te dejes estar. No te centres en que no podés, porque no es así, nada es imposible, y menos para vos. ¿Duele? Si, muchísimo. ¿Por qué a vos? Porque nos pasa a todos. ¿Qué hiciste para merecer esto? Nada, te enamoraste. Sos increíble, creete fuerte e insuperable y dale para adelante. No dejes que tu paraíso se nuble, que no puedas ver más allá de las nubes que te rodean. No prives al mundo de esa hermosa risa contagiosa que tenés, con la que enloqueces a la gente. Queremos la luz que ilumina una habitación oscura cuando entrás. Te queremos entera otra vez. Ni se te ocurra aflojar, ¿entendiste?
Te amamos, las otras dos miembros del Club de las Resignadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario